Jardines, senderos y tachaduras
1985 – 86
Pinturas – Dibujos y bocetos – Textos
Apartando el cansancio, me decía: hay que perseverar, ir más allá de lo conocido, proyectarse en el futuro, buscar un modo honesto de hablar a pesar de que cualquier tipo de arte termina por ser institucionalizado.
En los momentos de descanso, soledad y congoja me agrupaba sobre las rodillas para, cerrando los ojos, mirar con qué palabras hablarme. ¿Qué decir? Hablar de lo que se conoce, sin caer en la autoexpresión onanista. Desconfiar de lo que se cree conocer de uno mismo, ya que hablamos de nosotros para tener razones.
Forzosamente debía caminar y anduve por el jardín sendero, por la ciudad río, por el campo viento, por caminos que, en aquel momento, no importaba donde te llevaran. Todos los caminos eran mi camino. Pasé por el camino que se caminaba. Recorrí senderos donde el peligro era el miedo, donde no puedes perderte, aunque no sepas donde estás.
Mirando hacia fuera, dibujé los objetos de mí alrededor y los taché, cuestionando su representación. Y taché hasta los murmullos por no ser creíbles, por no saber qué ocurría, por no ver más allá de la evidencia que quería atravesar. Y, aunque la transgresión ya estaba transgredida, pensé que debía seguir cuestionando hasta lo incuestionable.